Arquitectura
Bioclimática
Es un nuevo tipo de arquitectura donde el equilibrio y la armonía son
una constante con el medio ambiente.
Busca lograr un gran nivel de confort térmico.
Tiene en cuenta el clima y las condiciones del entorno para ayudar a
conseguir el confort térmico interior mediante la adecuación del diseño, la
geometría, la orientación y la construcción del edificio adaptado a las
condiciones climáticas de su entorno. Juega exclusivamente con el diseño y los
elementos arquitectónicos, sin utilizar sistemas mecánicos, que más bien se
consideran como sistemas de apoyo.
No debemos olvidar, que una gran parte de la arquitectura tradicional ya funcionaba según los principios bioclimáticos: como por ejemplo en las casas de quincha de nuestro país Panamá el techo se colocaba bastante alto permitiendo mantener mayor frescura dentro de la casa, ademas utilizaban el barro en las paredes lo que lo hacia bastante fresco también.
No debemos olvidar, que una gran parte de la arquitectura tradicional ya funcionaba según los principios bioclimáticos: como por ejemplo en las casas de quincha de nuestro país Panamá el techo se colocaba bastante alto permitiendo mantener mayor frescura dentro de la casa, ademas utilizaban el barro en las paredes lo que lo hacia bastante fresco también.
La Arquitectura Bioclimática es en definitiva, una arquitectura adaptada
al medio ambiente, sensible al impacto que provoca en la naturaleza, y que
intenta minimizar el consumo energético y con él, la contaminación ambiental.
Pero una casa bioclimática no tiene por qué ser más cara o más barata
que una convencional. No necesita de la compra y/o instalación de sistemas
mecánicos de climatización, sino que juega con los elementos arquitectónicos de
siempre para incrementar el rendimiento energético y conseguir el confort de
forma natural. Para ello, el diseño bioclimático supone un conjunto de
restricciones, pero siguen existiendo grados de libertad para el diseño según
el gusto de cada cual.
La arquitectura bioclimática tiene en cuenta las condiciones del
terreno, el recorrido del Sol, las corrientes de aire, etc., aplicando estos
aspectos a la distribución de los espacios, la apertura y orientación de las
ventanas, etc., con el fin de conseguir una eficiencia energética.
No consiste en inventar cosas extrañas sino diseñar con las ya
existentes y saber sacar el máximo provecho a los recursos naturales que nos
brinda el entorno. Sin embargo, esto no tiene por qué condicionar el aspecto de
la construcción, que es completamente variable y perfectamente acorde con las
tendencias y el diseño de una buena arquitectura.